Antes y después de las rosas, ves a través de las cosas.
“En el ayer que me tocó, la gente
era ingenua; creía que una mercadería era buena porque así lo afirmaba y lo
repetía su propio fabricante. También eran frecuentes los robos, aunque nadie
ignoraba que la posesión de dinero no da mayor felicidad ni mayor quietud.” (Borges, 1998)
Lo anterior es una descripción de
Jorge Luis Borges ante la llegada la gran empresa al lugar que adolecía de ella
y tal parece que a modo de analogía una situación similar se presentó en
Guadalajara con la llegada de grupo Salinas como nuevo propietario de Atlas.
Anteriormente se atribuía dentro
de la consciencia del colectivo rojinegro la idea de que toda clase de
maleficios que históricamente habían de perseguir a la institución se debían a
la denominada por algunos como ya obsoleta figura social de la A.C. dentro de
la industria del fútbol, no obstante a ello, dos años han bastado para que
algunos comiencen a abrir los ojos y se desengañen del discurso con el cual se
presentaron a su llegada los señores de la televisora del Ajusco, con promesas
como la de que “ la nueva era atlista traería consigo a jugadores de talla
internacional” y demás demagogia que atentan contra los valores, creencias, y
tradiciones del aficionado rojinegro, pues el vector cronológico históricamente
a ligado al “atlismo” con la propia construcción de su presente y futuro, mismo
que se materializaba a través de la alegría de trabajar con el talento local,
hecho que paralelamente aportaba identidad al equipo, además de hacerle valer
el merecimiento de referirse a él mediante motes que tanto nos enorgullecen
como “los amigos del balón”, “la academia” o “los niños catedráticos”, además
de otros.
Así, la venta representó una
ruptura, y aunque es innegable que después de cumplir un contrato, tanto el
jugador como el directivo obligados por las circunstancias económicas
aprovechaban a la menor posibilidad para huir de la institución por parte del
jugador y obtener una retribución monetaria (el poseedor de los derechos de X
jugador). A pesar de ello, personalmente apreciaba mayor identidad con la
anterior directiva, misma que podría ser producto de diversos factores, si
tuviese que mencionar alguno y aunque peque de romanticismo diría que fue
innegable la existencia de cierta nostalgia y cariño propio por un club que fue
formado al paso de la historia por las familias de una fracción de los
conocidos como “los 124”, lo cual conllevaba de manera implícita nexos con el
abolengo de la ciudad, además de una especie de cariño propio.
Francamente hoy día percibo una
relación en la cual los propietarios no aprecian ni una ínfima valoración del
factor sentimental, en el aficionado que hay pasión, desvelo, coraje y amor el
empresario ve un foco de posibilidades económicas, o dicho de otra manera (más
clara) y citando a Marcelo Bielsa, mismo que retoma a Beenhakker, la cita es la
siguiente: “el mundo del fútbol cada vez se parece menos al aficionado y cada
vez se parecen más al empresario, los empresarios que se adueñan del fútbol
creen que los aficionados son asimilables a los 30 mil operarios que tienen
trabajando, y un aficionado no es un operario, un operario trabaja, un
aficionado siente”, lo anterior lo pueden escuchar más a fondo en el siguiente
enlace: https://www.youtube.com/watch?v=0x_Zt4VBH9M.
Pero todo eso es entendible desde
la óptica del mundo empresarial, sin embargo no se alcanza a apreciar un rumbo
claro, es decir, ¿qué tipo de fútbol se pregona?, ¿qué tipo de entrenador y
jugador es candidato a portar la rojinegra?, en ese sentido me parece que se
está pecando de improvisar con las circunstancias que se presentan torneo a torneo,
y es que en el último año han bastado unas cuantas jornadas para que el cuerpo
de la dirección deportiva evidencie sus carencias en cuanto a planificación.
Finalmente dejo al aire una
cuestión, ¿Seguimos siendo portadores de una digna cantera?, lo cual
aprovecharé para responder y hablar de ello en una segunda parte complementaria
del texto presente.
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