Superego
Las palabras necias
y su constante infecundidad
palabras de barro y milonga
y un tango perdido en la ciudad
Las miradas infertiles
las horas extraviadas en meses enteros
esperanzas infantiles
de un tiempo que no se logró
Cúmulos de intentos superfluos
las cosas que no abandonaré nunca
y las que guardaré siempre,
la distancia que no logró estrecharse
Un Vietnam de saliva y sangre
las miradas cruzadas en un barrio en la ciudad
pálidos y desmemoriados recuerdos
una esperanza humilde
La voz estridente que se aferra a ser escuchada
el grito que heredó un rostro invisible
una aguja en un pajar
un hombro apreciable
La piel crispada que no sentiste
la fe ciega que se aventura a mirar más allá
un sorbo que flota en el café cotidiano
la necesidad que no sentiste necesaria
El bandoneón que aún suena
un bandoneón que está sobrando en
los pedazos rotos de un espejo
la voz fragmentada de los fragmentos del espejo interior
Mi Vietnam esperando su viento del sur
el retrato tuyo oxidado en la pared
el ladrillo de la pared en que recae el peso de tu retrato
retrato que anida en el espejo interior,
Soy.
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