Black mirror - ¿Cómo te ves en el espejo negro?

¿Estamos dispuestos a virtualizar nuestro entorno, y el placer o en su defecto el dolor originado de nuestro tacto entre vecinos, hermanos, de seres humanos? En días anteriores, haciendo uso de las bondades de un período de vacaciones me di a la tarea de escuchar un pequeño EP  que recién emergió ala la Tierra, en él destaco una canción de manera muy particular que me trasladó a obsesionarme durante dos días con una miniserie que vio la luz unos años atrás pero que por diversos factores había postergado para echar un ojo, de esta forma fue que una obsesión musical llevó a otra obsesión audiovisual, “Black mirror” de Charlie Brooker.


“Black mirror” refiere a la presente era en la cual los dispositivos electrónicos han pasado a ocupar un lugar trascendental dentro de nuestra cotidianeidad, black mirror es la forma que toman estos dispositivos cuando no se encuentran funcionando. 
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La serie está compuesta por tres temporadas, las dos primeras a su vez conformadas por tres episodios cada una, mas un capítulo anexo a las dos temporadas que le preceden, así que se vuelve  una oferta ideal para un fin de semana en casa. El discurso está plagado de manera implícita de una serie de críticas hacia la dependencia social en torno a los denominados “gadgets” y las modificaciones en las relaciones sociales que se han derivado o han tomado forma en el presente bajo la influencia de dichos dispositivos como elemento trascendental que genera un efecto en todos los espacios del presente de la vida social, de esta manera, personalmente le atribuyo a tal discurso critico y en ocasiones  con toques de  sátira en torno a las sociedades contemporáneas una posición fundamental por encima de las cualidades técnicas de la realización de cada uno de los capítulos.


La serie sin contar con una relación secuencial entre los capítulos que la componen, no se hace esperar y avanza a un ritmo acelerado para presentarnos la interpretación de Charlie Brooker acerca del giro que están tomando las relaciones y comportamientos humanos a partir de su constante contacto con la tecnología y el internet de manera conjunta. La primera temporada nos presenta la manera en que nos abalanzamos de manera masiva hacia el sensacionalismo que de manera constante se expone en la vida virtual, o mejor dicho cómo a través de lo virtual un suceso se vuelve susceptible de tener alcances globales pero más allá de exponer un momento bochornoso o terrorífico para quien protagoniza dicho suceso los usuarios de las redes se vuelven esclavos de lo virtual y lo mediático, nadie se quiere quedar fuera, todo mundo se vuelve experto de todo en todo momento. Para no hacer el cuento más largo, es por demás interesante la manera en que la serie nos hace someternos a un análisis introspectivo e incluso sentir cierta culpa al reflejarnos en alguna de las situaciones que evidencian cada uno de los capítulos de black mirror, en algunas ocasiones con cierto contenido presentado de forma metafórica y sujeto a interpretaciones subjetivas. Cuestiones como el consumismo y los procesos de cómo a partir del consumo de productos con los cuales pretendemos diferenciarnos del resto y en la medida en que se reproducen de manera social estos fenómenos terminan por llevarnos a un entorno en que nos volvemos un elemento más de una sociedad compuesta por individuos replicados como recién salidos de una línea de producción masiva, lo efímero y banal de la sociedad del espectáculo, el sometimiento a regímenes de apariencias de corte atlético como sujetos susceptibles del qué dirán por encima de un beneficio orgánico, la bajeza y rastrera arena para la disputa política en la cual la guerra sucia le ha ganado terreno a la propuesta y la manera en que incluso aquellos discursos que cuestionan las condiciones existentes muchas veces terminan volviéndose parte de la CIVILIZACIÓN DEL ESPECTÁCULO.


La otra mitad de esta serie, que bien pudo haberse presentado a través de una serie de largometrajes, al menos un tercio de capítulos cuentan con material suficiente e interesante para ser presentados de manera más extendida a mi parecer. La producción continúa desnudando a la sociedad actual, situaciones como resumir una historia completa de vida dentro de una red social, la fragmentación de las relaciones sociales a partir de elementos y sucesos encontrados en las propias redes que posteriormente son asumidas como verdades absolutas, la carencia de sensibilidad ante el padecimiento humano posteriormente exhibido en las plataformas virtuales en busca de un “like”, el control de los medios masivos de comunicación, en fin, no tiene desperdicio, y no se trata de hacer un juicio de toda esta serie de metamorfosis que se están llevando a cabo en las relaciones sociales sino de ejercer un reconocimiento de estos cambios dentro de los factores inherentes a nuestro tiempo que atestiguamos como integrantes dela sociedad actual.

Pero, no todo aparece en plan decadente, también hay quien se muestra renuente a ser arrollado por esta marea mediática, capaz de cuestionar las formas en que están siendo diluidas las interacciones con nuestro entorno, sin embargo termina siendo cooptado, alguien que quiere sentir y no puede, que se resiste a resumir la existencia hacia algo que denomina como “no real”, al placer de lo efímero, un replicante.






A pesar de que la serie trata de evidenciar toda una serie de patologías de esta vorágine tecnológica, evidentemente el estado actual de la sociedad y su permanente hábitat tecnológico no constituye un mal por sí solo, y tampoco me parece que así lo conciba el creador de la serie, si no que trata de que el televidente se observe a sí mismo en las situaciones planteadas de manera ficticia, es decir, tenemos el puño izquierdo y el derecho de los cuales elegir el que nos plazca y hacer de las herramientas tecnológicas un uso adecuado como un desarrollo cada vez más completo de la información que tenemos a nuestro alcance, no obstante, la hipótesis de Brooker (escritor de la serie) trata de decirnos que predomina un uso de los dispositivos tecnológicos que termina por derivar en la creación de un mundo ficticio donde la alegría se reduce a la duración de la batería. De pronto me viene a la memoria una situación en la cual es recurrente ver las opiniones en tono de queja dentro de las redes sociales hacia un fenómeno social “x”, donde los individuos terminan evidenciando una opinión desinformada, se tiene tiempo para mostrarse activo en sitios como facebook pero no para conocer a mayor profundidad qué está aconteciendo en el mundo real, cada vez más followers cada vez más solos, la suplantación del contacto y la sensibilidad humana por una realidad inexistente y el placer del que dirán.

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